Ser embestido por un vehículo en el casco urbano de Vitoria resulta peligrosamente fácil, incluso, cuando el peatón cruza el asfalto sobre las rayas blancas longitudinales que le dan preferencia. En sólo seis días, dos personas han sido atropelladas sobre un paso de cebra en Portal de Arriaga y en el Paseo de la Zumaquera y han fallecido como consecuencia de las heridas que sufrieron.
EL CORREO se trasladó ayer a ambos puntos para comprobar si cambiar de acera en una de estas calles resulta tan arriesgado como para justificar dos dramáticos accidentes mortales en menos de una semana. El resultado es inquietante. Los conductores de siete de cada diez coches no levantan el pie del acelerador cuando se aproximan a uno de los pasos de peatones y uno o varios viandantes se disponen a cruzar. Son ellos, paradójicamente, los que tienen que 'frenar' para dejar vía libre a los coches.
En números absolutos, sólo 820 vehículos de los 2.451 que recorrían ambas vías por la mañana -reporteros de este periódico contabilizaron la circulación entre las 9.00 y las 11.00 y las 12.00 y las 14.00 horas- y encontraron a algún transeúnte a punto de cruzar, se detuvieron en los pasos de cebra. Es decir, sólo cumplió con el código de circulación el 33,4%. Estos datos se recogieron en los tramos para peatones situados junto a los números 15 y 47 de Portal de Arriaga, frente al cementerio de Santa Isabel y junto al parque del Norte, respectivamente, y en el 90 del Paseo de la Zumaquera.
Los dos primeros puntos soportan a diario un intenso tráfico. Tanto es así que, ayer, un total de 3.360 vehículos la transitaron en dirección al Norte o al Sur en sólo cuatro horas. En ese tiempo, 2.208 se toparon con 1.200 ciudadanos que querían cambiar de acera. La cadencia por hora es 552 automóviles frente a 300 viandantes. De ellos, 60 se aventuró a cruzar el asfalto a pelo -alguno, incluso, con cascos-, sin la dudosa protección de las rayas blancas. El resto, 240, se encaramó al paso de peatones (ninguno con semáforo y algunos con señalizaciones luminosas fundidas). Pues bien, sólo en 192 ocasiones los conductores les permitieron pasar. Los demás, 360, les obligaron a replegarse en la acera. Dicho de otro modo, únicamente el 35% de los vehículos que transitó por Portal de Arriaga respetó la preferencia del viandante sobre los pasos de cebra.
Poca visibilidad
«Este paso -el situado frente al 47 de esa calle- tiene muy poca visibilidad. Si hay coches aparcados a los lados no ves venir a los peatones. A veces salen rápido y no te da tiempo a reaccionar», justificaba Antonio Granados, un mecánico con taller cercano al lugar del último atropello mortal. Caty, por su parte, reclamaba un semáforo para evitar más desgracias.
Peor porcentaje en lo que se refiere al civismo de los conductores se obtuvo aún en una incursión similar al Paseo de la Zumaquera, si bien en esta parte de la ciudad el tráfico rodado y la afluencia de transeúsntes es menor. No en vano, en el mismo periodo de tiempo -240 minutos-, surcaron la vía 1.983 y la cruzaron 243 transeúntes. De esos automovilistas, 243 debía parar ante un paso de cebra para permitir el paso a un viandante. Sin embargo, sólo 51 lo hicieron. Los otros 191 se adjudicaron la preferencia. Eso supone un porcentaje del 21,4%.
«Hace un año hubo aquí otro atropello», recordaba Marcelino, un jubilado de paso. «El tráfico es tremendo. No sé si salen estresados de trabajar o qué, pero van muy rápido. Hace falta un semáforo en ámbar o un badén», reclamaba Mari Carmen González.
EL CORREO se trasladó ayer a ambos puntos para comprobar si cambiar de acera en una de estas calles resulta tan arriesgado como para justificar dos dramáticos accidentes mortales en menos de una semana. El resultado es inquietante. Los conductores de siete de cada diez coches no levantan el pie del acelerador cuando se aproximan a uno de los pasos de peatones y uno o varios viandantes se disponen a cruzar. Son ellos, paradójicamente, los que tienen que 'frenar' para dejar vía libre a los coches.
En números absolutos, sólo 820 vehículos de los 2.451 que recorrían ambas vías por la mañana -reporteros de este periódico contabilizaron la circulación entre las 9.00 y las 11.00 y las 12.00 y las 14.00 horas- y encontraron a algún transeúnte a punto de cruzar, se detuvieron en los pasos de cebra. Es decir, sólo cumplió con el código de circulación el 33,4%. Estos datos se recogieron en los tramos para peatones situados junto a los números 15 y 47 de Portal de Arriaga, frente al cementerio de Santa Isabel y junto al parque del Norte, respectivamente, y en el 90 del Paseo de la Zumaquera.
Los dos primeros puntos soportan a diario un intenso tráfico. Tanto es así que, ayer, un total de 3.360 vehículos la transitaron en dirección al Norte o al Sur en sólo cuatro horas. En ese tiempo, 2.208 se toparon con 1.200 ciudadanos que querían cambiar de acera. La cadencia por hora es 552 automóviles frente a 300 viandantes. De ellos, 60 se aventuró a cruzar el asfalto a pelo -alguno, incluso, con cascos-, sin la dudosa protección de las rayas blancas. El resto, 240, se encaramó al paso de peatones (ninguno con semáforo y algunos con señalizaciones luminosas fundidas). Pues bien, sólo en 192 ocasiones los conductores les permitieron pasar. Los demás, 360, les obligaron a replegarse en la acera. Dicho de otro modo, únicamente el 35% de los vehículos que transitó por Portal de Arriaga respetó la preferencia del viandante sobre los pasos de cebra.
Poca visibilidad
«Este paso -el situado frente al 47 de esa calle- tiene muy poca visibilidad. Si hay coches aparcados a los lados no ves venir a los peatones. A veces salen rápido y no te da tiempo a reaccionar», justificaba Antonio Granados, un mecánico con taller cercano al lugar del último atropello mortal. Caty, por su parte, reclamaba un semáforo para evitar más desgracias.
Peor porcentaje en lo que se refiere al civismo de los conductores se obtuvo aún en una incursión similar al Paseo de la Zumaquera, si bien en esta parte de la ciudad el tráfico rodado y la afluencia de transeúsntes es menor. No en vano, en el mismo periodo de tiempo -240 minutos-, surcaron la vía 1.983 y la cruzaron 243 transeúntes. De esos automovilistas, 243 debía parar ante un paso de cebra para permitir el paso a un viandante. Sin embargo, sólo 51 lo hicieron. Los otros 191 se adjudicaron la preferencia. Eso supone un porcentaje del 21,4%.
«Hace un año hubo aquí otro atropello», recordaba Marcelino, un jubilado de paso. «El tráfico es tremendo. No sé si salen estresados de trabajar o qué, pero van muy rápido. Hace falta un semáforo en ámbar o un badén», reclamaba Mari Carmen González.
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