El hospital San Salvatore de L’Aquila es el símbolo de las negligencias que han hecho que el terremoto de la semana pasada haya provocado un número tan alto de víctimas mortales: 294. Inaugurado hace 9 años después de casi tres décadas de obra, el centro sanitario costó nueve veces más de lo proyectado, pero aún así no soportó los veinte segundos del seísmo, que dañaron el 90% de su estructura. Ayer se supo que ni siquiera contaba con cédula de habitabilidad (el certificado que garantiza la seguridad y salubridad de los edificios), por lo que no debía estar abierto al público.
La construcción del hospital San Salvatore ha constituido un gigantesco fraude que sólo el terremoto ha sido capaz de sacar a la luz. El alcalde de L’Aquila, Massimo Cialente, que es médico hospitalario, lo reconoció ayer, denunciando los “gravísimos errores” que se han producido “en la ejecución de las obras del hospital”. La fragilidad de la estructura del San Salvatore, consecuencia de su mala construcción, ha provocado su inutilidad frente a la tragedia. La noche del terremoto cientos de vecinos corrieron al hospital llevando a sus heridos, pero se encontraron con que los médicos estaban desalojando el edificio por el miedo a que se viniera abajo. Después de horas de intenso trabajo, los sanitarios y Protección Civil consiguieron montar un hospital de campo en el que trataron a los pacientes.
El escándalo del San Salvatore constituye uno más de los crímenes constructivos que se han cometido en L’Aquila. Muchos de los edificios de la ciudad se levantaron con cemento fabricado con arena de playa, cuyo contenido en sal hizo que las estructuras no aguantaran el seísmo. Además, muy pocos parecen haber hecho caso de los criterios antisísmicos en la construcción de los edificios.
La construcción del hospital San Salvatore ha constituido un gigantesco fraude que sólo el terremoto ha sido capaz de sacar a la luz. El alcalde de L’Aquila, Massimo Cialente, que es médico hospitalario, lo reconoció ayer, denunciando los “gravísimos errores” que se han producido “en la ejecución de las obras del hospital”. La fragilidad de la estructura del San Salvatore, consecuencia de su mala construcción, ha provocado su inutilidad frente a la tragedia. La noche del terremoto cientos de vecinos corrieron al hospital llevando a sus heridos, pero se encontraron con que los médicos estaban desalojando el edificio por el miedo a que se viniera abajo. Después de horas de intenso trabajo, los sanitarios y Protección Civil consiguieron montar un hospital de campo en el que trataron a los pacientes.
El escándalo del San Salvatore constituye uno más de los crímenes constructivos que se han cometido en L’Aquila. Muchos de los edificios de la ciudad se levantaron con cemento fabricado con arena de playa, cuyo contenido en sal hizo que las estructuras no aguantaran el seísmo. Además, muy pocos parecen haber hecho caso de los criterios antisísmicos en la construcción de los edificios.
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