Estas dos leyes son: primera, la ley que suprimió el servicio militar obligatorio y, segunda, la ley que define la carrera militar. La primera, produjo un gran debate ciudadano y poco entusiasmo entre los militares profesionales; la segunda, es prácticamente desconocida entre los ciudadanos y ha producido todo tipo de movimientos entre los militares profesionales.
La primera ley afectó a toda la ciudadanía; la segunda afecta sólo a los militares. La primera la aprobó un gobierno del PP y la segunda un gobierno socialista. Pudo ser al revés y en nada hubiera cambiado el resultado. Quiero decir con ello, que hay un sólido hilo conductor en España para que los temas de Defensa sean asumidos sucesivamente por los dos grandes partidos de gobierno: unas veces unas modernizaciones les tocan a unos y otras veces les tocan a otros. Pero todos coincidiendo en lo fundamental.
¿Por qué cuesta tanto integrar a los militares en la sociedad civil y a los civiles interesarse por lo militar? Hay muchas razones, pero una no menor es porque -hasta ahora- eran dos compartimentos perfectamente estancos. Un ejemplo fácil de entender. Si un español se licencia en ingeniería aereonaútica, puede pasar que a los pocos años trabaje en una empresa de fabricación de neveras y años después de jefe de personal de una empresa de supermercados. Un español que sale de teniente de la Academia de Zaragoza, casi con toda seguridad, terminará sus días trabajando como militar. Es casi imposible que eso no genere endogamia y falta de comunicación con los conciudadanos que le acompañan.
La ley de la carrera militar va a romper con este modelo: el militar saldrá de su academia con una graduación militar y con una titulación civil. Si ese profesional de la Defensa piensa que su vida puede ser mejor en otros ámbitos, se podrá marchar, encontrar trabajo y sentirse perfectamente realizado: tiene la titulación necesaria. Un militar va a ser igual que un ingeniero industrial en cuanto a sus posibilidades de cruzar de unos trabajos a otros. Esto sucede en muchos países de nuestro entorno pero, hasta ahora, no se había acometido esta reforma tan lógica.
Ya entiendo la primera crítica ¿por qué un militar (con esta nueva ley) puede pasar un día a ser director de una planta de automóviles y un licenciado civil no puede ser nombrado coronel y capacitado para dirigir el centro de recuperación de carros de combate de Segovia? Me parece bien que vayamos por partes. Tenemos una década (por lo menos) para que esta ley se interiorice por parte de militares y civiles. Un poco de paciencia, pero llegará.
Un militar es un profesional que tiene unos conocimientos y que acepta disciplina y riesgo. Si un civil tiene esos mismos conocimientos y acepta correr riesgos y disciplina totales en su labor, podría ser perfectamente un mando militar. Con los cursos pertinentes, pero podría. Seguro que todo esto lo veremos y que se considerará normal dentro de quince o veinte años. Reitero la necesidad de paciencia en estos temas que afectan a profesiones antiguas y con modelos muy estabilizados.
Pero la aplicación de estas nuevas normas genera críticas y protestas. Voy a hablar de los militares pero podría hacerlo también de los civiles ¿cuántas manifestaciones y protestas ha provocado el proceso de adaptación del modelo “Bolonia” al sistema de enseñanza superior en España?
En estos asuntos, los que queremos la modernización de la Defensa de España somos más y tenemos la razón. Por lo tanto, mucha firmeza, mucho diálogo y mucha paciencia. En este contexto, la mejor noticia nos la dió la Ministra de Defensa cuando anunció hace unos días en la Cadena SER que es inminente la presentación al Parlamento de la ley de derechos y deberes de los militares. Todo ayuda a pasar con bien momentos de cambio profundo.
La primera ley afectó a toda la ciudadanía; la segunda afecta sólo a los militares. La primera la aprobó un gobierno del PP y la segunda un gobierno socialista. Pudo ser al revés y en nada hubiera cambiado el resultado. Quiero decir con ello, que hay un sólido hilo conductor en España para que los temas de Defensa sean asumidos sucesivamente por los dos grandes partidos de gobierno: unas veces unas modernizaciones les tocan a unos y otras veces les tocan a otros. Pero todos coincidiendo en lo fundamental.
¿Por qué cuesta tanto integrar a los militares en la sociedad civil y a los civiles interesarse por lo militar? Hay muchas razones, pero una no menor es porque -hasta ahora- eran dos compartimentos perfectamente estancos. Un ejemplo fácil de entender. Si un español se licencia en ingeniería aereonaútica, puede pasar que a los pocos años trabaje en una empresa de fabricación de neveras y años después de jefe de personal de una empresa de supermercados. Un español que sale de teniente de la Academia de Zaragoza, casi con toda seguridad, terminará sus días trabajando como militar. Es casi imposible que eso no genere endogamia y falta de comunicación con los conciudadanos que le acompañan.
La ley de la carrera militar va a romper con este modelo: el militar saldrá de su academia con una graduación militar y con una titulación civil. Si ese profesional de la Defensa piensa que su vida puede ser mejor en otros ámbitos, se podrá marchar, encontrar trabajo y sentirse perfectamente realizado: tiene la titulación necesaria. Un militar va a ser igual que un ingeniero industrial en cuanto a sus posibilidades de cruzar de unos trabajos a otros. Esto sucede en muchos países de nuestro entorno pero, hasta ahora, no se había acometido esta reforma tan lógica.
Ya entiendo la primera crítica ¿por qué un militar (con esta nueva ley) puede pasar un día a ser director de una planta de automóviles y un licenciado civil no puede ser nombrado coronel y capacitado para dirigir el centro de recuperación de carros de combate de Segovia? Me parece bien que vayamos por partes. Tenemos una década (por lo menos) para que esta ley se interiorice por parte de militares y civiles. Un poco de paciencia, pero llegará.
Un militar es un profesional que tiene unos conocimientos y que acepta disciplina y riesgo. Si un civil tiene esos mismos conocimientos y acepta correr riesgos y disciplina totales en su labor, podría ser perfectamente un mando militar. Con los cursos pertinentes, pero podría. Seguro que todo esto lo veremos y que se considerará normal dentro de quince o veinte años. Reitero la necesidad de paciencia en estos temas que afectan a profesiones antiguas y con modelos muy estabilizados.
Pero la aplicación de estas nuevas normas genera críticas y protestas. Voy a hablar de los militares pero podría hacerlo también de los civiles ¿cuántas manifestaciones y protestas ha provocado el proceso de adaptación del modelo “Bolonia” al sistema de enseñanza superior en España?
En estos asuntos, los que queremos la modernización de la Defensa de España somos más y tenemos la razón. Por lo tanto, mucha firmeza, mucho diálogo y mucha paciencia. En este contexto, la mejor noticia nos la dió la Ministra de Defensa cuando anunció hace unos días en la Cadena SER que es inminente la presentación al Parlamento de la ley de derechos y deberes de los militares. Todo ayuda a pasar con bien momentos de cambio profundo.
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