La crisis económica no perdona a los buenos ni a los malos. Cuando la situación general es tan penosa como la actual no escapan a las adversidades y privaciones ni los maleantes. Leo en un teletipo de prensa que la policía ha detenido a un delincuente madrileño que tuvo que atracar hasta nueve entidades bancarias para sumar un botín de 160.000 euros. Algo más de 17.000 euros por robo. Hace poco tiempo le hubiera bastado dar el palo en una sucursal de pueblo para lograr esa misma cantidad. Es una prueba evidente de la escasez financiera que padecemos.
Las cajas fuertes están escuálidas y los fondos más bajos que nunca. Los emprendedores sudan la gota gorda para conseguir un crédito y los atracadores tienen que recorrer una decena de bancos para poder llevarse a casa una pasta.
El andoba de la noticia portaba una pistola de mentirijillas, y en el colmo de la precariedad delincuencial simulaba en los robos que había otros cómplices esperándole en el exterior mediante un transmisor también de juguete. Lo dicho, que la crisis afecta también a los ladrones, a los de guante blanco a lo mejor menos pero a los de barba postiza y pasamontañas está bien claro.
Las cajas fuertes están escuálidas y los fondos más bajos que nunca. Los emprendedores sudan la gota gorda para conseguir un crédito y los atracadores tienen que recorrer una decena de bancos para poder llevarse a casa una pasta.
El andoba de la noticia portaba una pistola de mentirijillas, y en el colmo de la precariedad delincuencial simulaba en los robos que había otros cómplices esperándole en el exterior mediante un transmisor también de juguete. Lo dicho, que la crisis afecta también a los ladrones, a los de guante blanco a lo mejor menos pero a los de barba postiza y pasamontañas está bien claro.
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