Los nubarrones de la deflación se alejaron en diciembre un poco más de la economía española. Si en noviembre, tras ocho meses de caídas consecutivas, el Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA) ya repuntó un 0,4%, el mes pasado lo hizo otro 0,5%, con lo que 2009 se cerró con un alza del 0,9 por ciento, el más bajo desde que el Instituto Nacional de Estadística (INE) inició la serie en 1997. Si el dato se confirma el día 14, el IPC sumará su menor subida interanual en un mes de diciembre desde 1962.
Aunque se trata de un repunte tímido, es, sin embargo, suficiente para frenar la tan temida deflación, uno de los fenómenos más temidos por los economistas, y más en un escenario de crisis como el actual. Una caída de precios generalizada obliga a las empresas a vender sus productos para cubrir al menos sus costos y no acumular «stock», por lo que bajan los precios. Pero con los precios bajando, la demanda disminuye más porque los consumidores entienden que no merece la pena comprar si mañana todo será todavía más barato. Y, como consecuencia de la falta de ventas, muchas empresas se ven obligadas a cerrar.
El Gobierno siempre ha defendido que no había riesgo de inflación y que, tras un proceso de «desaceleración», los precios volverían a normalizarse. Incluso blandió la subida de noviembre como un síntoma de la «recuperación». Sin embargo, a falta de conocer los detalles sobre la cesta de la compra, todo hace indicar que la subida de diciembre se debe al alza del precio del petróleo más que a una reactivación del consumo que haya llevado al crecimiento de sus precios. El barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cerró el año en 75,21 dólares, casi el doble que en diciembre de 2008.
El IPC de diciembre es muy importante porque es el que sirve de referencia para las cláusulas de revisión salarial en caso de que supere la expectativa de inflación sobre la que sindicatos y empresarios pactan las subidas. En 2009, cerró en el 1,5%, lo que desactivó las cláusulas de la mayor parte de los convenios, al fijarse la previsión media muy por encima, en un 2,4%
Aunque se trata de un repunte tímido, es, sin embargo, suficiente para frenar la tan temida deflación, uno de los fenómenos más temidos por los economistas, y más en un escenario de crisis como el actual. Una caída de precios generalizada obliga a las empresas a vender sus productos para cubrir al menos sus costos y no acumular «stock», por lo que bajan los precios. Pero con los precios bajando, la demanda disminuye más porque los consumidores entienden que no merece la pena comprar si mañana todo será todavía más barato. Y, como consecuencia de la falta de ventas, muchas empresas se ven obligadas a cerrar.
El Gobierno siempre ha defendido que no había riesgo de inflación y que, tras un proceso de «desaceleración», los precios volverían a normalizarse. Incluso blandió la subida de noviembre como un síntoma de la «recuperación». Sin embargo, a falta de conocer los detalles sobre la cesta de la compra, todo hace indicar que la subida de diciembre se debe al alza del precio del petróleo más que a una reactivación del consumo que haya llevado al crecimiento de sus precios. El barril de crudo Brent, de referencia en Europa, cerró el año en 75,21 dólares, casi el doble que en diciembre de 2008.
El IPC de diciembre es muy importante porque es el que sirve de referencia para las cláusulas de revisión salarial en caso de que supere la expectativa de inflación sobre la que sindicatos y empresarios pactan las subidas. En 2009, cerró en el 1,5%, lo que desactivó las cláusulas de la mayor parte de los convenios, al fijarse la previsión media muy por encima, en un 2,4%
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