jueves, 28 de enero de 2010

Derecho a la intimidad a 47 decibelios

En abril del 2009, un tribunal le prohibió "chillar y dar golpes", o sea, "hacer demasiado ruido durante el sexo", en cualquier parte de Inglaterra, durante los próximos cuatro años. Pero recurrió la sentencia porque considera que atenta contra el derecho a la intimidad.

Caroline Cartwright, de 48 años y residente en Sunderland (Tyne and Wear, al nordeste del país), no puede ni quiere contener su efusividad. "No entiendo por qué la gente me pide que sea más silenciosa. Para mí es normal. No lo hago a propósito", recalca la mujer. "Además, he intentado arreglar la situación practicando sexo por la mañana en lugar de por la noche", añade.

Sin embargo, Beatrice Bolton, la juez que escuchó las cintas aportadas como pruebas por sus molestos vecinos, que se quejan de ruidosas sesiones de dos o tres horas todos los días de la semana, no está de acuerdo con la entusiasta señora.

"Por lo que he visto, no hace usted ningún esfuerzo por ser más silenciosa", le espetó el 21 de enero pasado, antes de dictar sentencia: ocho semanas de prisión por haber llegado a los 47 decibelios de pasión, registrados por un equipo del ayuntamiento en la residencia de un vecino. Una pena que pretende ser disuasoria, aunque de momento no se hará efectiva.
La juez le otorga a Caroline Cartwright 12 meses más para que baje el volumen de su deseo. Si no lo hace, la condena se hará efectiva, la avisó la juez antes de que la mujer, que se encuentra en el paro, volviera a su casa.

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