El sarcoma de tejidos blandos es un gran desconocido. Con una incidencia de dos nuevos casos por 100.000 habitantes cada año, muchos especialistas no dan con el diagnóstico hasta un estado avanzado, donde sólo queda amputar.
Pensar que un joven de apenas 25 años que se presenta en la consulta del médico con dolor en las articulaciones y una ligera inflamación pueda tener un cáncer, es algo que ni los propios profesionales se plantean en la mayoría de los casos. Sin embargo, el conocido como sarcoma de tejidos blandos, que afecta a los músculos, grasa, nervios o vasos sanguíneos, es un tumor que no avisa, y si lo hace es a través de síntomas tan comunes que pueden confundirse con otras dolencias frecuentes en los jóvenes.
Ricardo Cubedo, oncólogo del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda y miembro del Grupo Español de Investigación en Sarcomas (GEIS), afirma que «ante un cuadro de dolor articular y la aparición de un bulto que se confunde con hinchazón, nadie piensa que tenga un sarcoma, se piensa en una bursitis de rodilla o problemas banales».
Una de las dificultades a la hora de diagnosticar esta dolencia tan infrecuente –su incidencia es de 2 a 3 nuevos casos al año cada 100.000 habitantes– es que no existe un canal rápido para derivar al paciente. Esto es, desde Atención Primaria, debido al desconocimiento sobre el trastorno, se suele pasar el caso a un traumatólogo, y mientras éste realiza más y más pruebas, la enfermedad evoluciona, lo que incrementa las posibilidades de que sea demasiado tarde y haya, en el peor de los casos, que amputar.
«Es mucho pedir que en Atención Primaria se reconozca el sarcoma de tejidos blandos», añade Cubedo. No obstante, Julio Zarco, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), afirma que «el diagnóstico precoz es crucial. El problema en AP es la imposibilidad de realizar una respuesta diagnóstica diferencial in situ en consulta».
Lo ideal sería, según Zarco, contar con un ecógrafo, ya que, «pese al coste, aproximadamente 6.000 euros, no es tanto si se tiene en cuenta los beneficios para el paciente. Llevamos años aconsejando el apoyo de un ecógrafo para evitar derivaciones innecesarias», concluye. Precisamente son esas derivaciones las que conllevan un mayor riesgo. «Ante la sospecha de un cáncer, se contacta con un especialista que no es experto en sarcomas», señala Cubedo, quien afirma que, si se realiza una biopsia sin el procedimiento adecuado para este cáncer, se puede complicar el tratamiento posterior.
«Por ejemplo, si el tumor es de dos centímetros y la biopsia provoca un hematoma de 10 cm (algo que en otros tumores no supone un problema), habrá que eliminar esos 10 cm de tejido sano, porque las células malignas lo habrán contaminado». Por ello, se recomienda que ante un bulto mayor de 3 o 5 cm, «que haya aparecido o crecido en los últimos 6 meses, barajen la posibilidad de sarcoma», añade Cubedo.
Porque si se advierte a tiempo, puede mejorarse la calidad de vida de los afectados. Entre las opciones, está la escisión quirúrgica. Pero, si el tumor no es resecable, se puede utilizar radioterapia. A estas opciones tradicionales de tratamiento se han sumado recientemente nuevos agentes como Yondelis, que «se emplea en la segunda línea, cuando no funcionan tratamientos convencionales», concluye Cubedo
Pensar que un joven de apenas 25 años que se presenta en la consulta del médico con dolor en las articulaciones y una ligera inflamación pueda tener un cáncer, es algo que ni los propios profesionales se plantean en la mayoría de los casos. Sin embargo, el conocido como sarcoma de tejidos blandos, que afecta a los músculos, grasa, nervios o vasos sanguíneos, es un tumor que no avisa, y si lo hace es a través de síntomas tan comunes que pueden confundirse con otras dolencias frecuentes en los jóvenes.
Ricardo Cubedo, oncólogo del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda y miembro del Grupo Español de Investigación en Sarcomas (GEIS), afirma que «ante un cuadro de dolor articular y la aparición de un bulto que se confunde con hinchazón, nadie piensa que tenga un sarcoma, se piensa en una bursitis de rodilla o problemas banales».
Una de las dificultades a la hora de diagnosticar esta dolencia tan infrecuente –su incidencia es de 2 a 3 nuevos casos al año cada 100.000 habitantes– es que no existe un canal rápido para derivar al paciente. Esto es, desde Atención Primaria, debido al desconocimiento sobre el trastorno, se suele pasar el caso a un traumatólogo, y mientras éste realiza más y más pruebas, la enfermedad evoluciona, lo que incrementa las posibilidades de que sea demasiado tarde y haya, en el peor de los casos, que amputar.
«Es mucho pedir que en Atención Primaria se reconozca el sarcoma de tejidos blandos», añade Cubedo. No obstante, Julio Zarco, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), afirma que «el diagnóstico precoz es crucial. El problema en AP es la imposibilidad de realizar una respuesta diagnóstica diferencial in situ en consulta».
Lo ideal sería, según Zarco, contar con un ecógrafo, ya que, «pese al coste, aproximadamente 6.000 euros, no es tanto si se tiene en cuenta los beneficios para el paciente. Llevamos años aconsejando el apoyo de un ecógrafo para evitar derivaciones innecesarias», concluye. Precisamente son esas derivaciones las que conllevan un mayor riesgo. «Ante la sospecha de un cáncer, se contacta con un especialista que no es experto en sarcomas», señala Cubedo, quien afirma que, si se realiza una biopsia sin el procedimiento adecuado para este cáncer, se puede complicar el tratamiento posterior.
«Por ejemplo, si el tumor es de dos centímetros y la biopsia provoca un hematoma de 10 cm (algo que en otros tumores no supone un problema), habrá que eliminar esos 10 cm de tejido sano, porque las células malignas lo habrán contaminado». Por ello, se recomienda que ante un bulto mayor de 3 o 5 cm, «que haya aparecido o crecido en los últimos 6 meses, barajen la posibilidad de sarcoma», añade Cubedo.
Porque si se advierte a tiempo, puede mejorarse la calidad de vida de los afectados. Entre las opciones, está la escisión quirúrgica. Pero, si el tumor no es resecable, se puede utilizar radioterapia. A estas opciones tradicionales de tratamiento se han sumado recientemente nuevos agentes como Yondelis, que «se emplea en la segunda línea, cuando no funcionan tratamientos convencionales», concluye Cubedo
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