Una combinación de tratamientos similar a las utilizadas en pacientes de VIH puede ser la mejor alternativa para tratar el virus de la hepatitis C, según investigadores de la Universidad de Leeds. Alrededor de 180 millones de personas están infectadas en todo el mundo por este virus.
Un estudio de una proteina denominada p7 ha revelado que las diferencias en el código genético de la proteina en las distintas cepas del virus, conocidas como genotipos, alteran la sensitividad del virus a los fármacos que bloquean su función.
La proteina p7 ayuda a la extensión del virus de la hepatitis C por el cuerpo, lo que la convierte en una prometedora diana por nuevos tratamientos contra esta enfermedad. Su papel fue descubierto en 2003 por el doctor Steve Griffin junto a su equipo de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Leeds. Ahora, sus últimas investigaciones muestran que la inhibición de la proteina p7 con fármacos puede prevenir con éxito la extensión del virus de la hepatitis C.
"Uno de nuestros desafíos en la identificación de tratanmientos para los virus es su habilidad para cambiar continuamente su código genético", declaró el profesor Harris. "Nuestra investigación muestra que no puede haber un sólo camino para investigar un tratamiento para tratar la hepatitis C con inhibidores de la p7 en el futuro. Pensamos que una combinación de tratamientos sería mucho más eficaz, si tenemos en cuenta la variabilidad de esta proteina", según información de la Universidad de Leeds recogida por otr/press.
TRATAMIENTOS ANTIVIRALES NO ESPECIFICOS
Aproximadamente 180 millones de personas están infectadas en el mundo por el virus de la hepatitis C, que causa inflamación en el hígado y puede provocar insuficiencia y cáncer en este órgano. Se extiende por contacto con sangre infectada u otros fluidos corporales, y no hay vacuna contra esta enfermedad que puede permanecer sin manifestarse en sus estadios iniciales. La enfermedad es actualmente tratada con diversos fármacos pero no existen antivirales específicos.
El doctor Griffin y su equipo examinó la respuesta del virus a un panel de compuestos que incluyeron un antiviral muy conocido, la rimantadina, que afecta a una proteina parecida en el virus de la gripe. Encontraron que la efectividad del fármaco se veía alterada en función de la configuración genética de la proteína p7. "Aunque rimantadina está respondiendo bien en el laboratorio, ahora necesitamos desarrollar nuevos fármacos específicamente diseñados contra la p7, que podemos desarrollar para futuras terapias", concluyó.
Un estudio de una proteina denominada p7 ha revelado que las diferencias en el código genético de la proteina en las distintas cepas del virus, conocidas como genotipos, alteran la sensitividad del virus a los fármacos que bloquean su función.
La proteina p7 ayuda a la extensión del virus de la hepatitis C por el cuerpo, lo que la convierte en una prometedora diana por nuevos tratamientos contra esta enfermedad. Su papel fue descubierto en 2003 por el doctor Steve Griffin junto a su equipo de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Leeds. Ahora, sus últimas investigaciones muestran que la inhibición de la proteina p7 con fármacos puede prevenir con éxito la extensión del virus de la hepatitis C.
"Uno de nuestros desafíos en la identificación de tratanmientos para los virus es su habilidad para cambiar continuamente su código genético", declaró el profesor Harris. "Nuestra investigación muestra que no puede haber un sólo camino para investigar un tratamiento para tratar la hepatitis C con inhibidores de la p7 en el futuro. Pensamos que una combinación de tratamientos sería mucho más eficaz, si tenemos en cuenta la variabilidad de esta proteina", según información de la Universidad de Leeds recogida por otr/press.
TRATAMIENTOS ANTIVIRALES NO ESPECIFICOS
Aproximadamente 180 millones de personas están infectadas en el mundo por el virus de la hepatitis C, que causa inflamación en el hígado y puede provocar insuficiencia y cáncer en este órgano. Se extiende por contacto con sangre infectada u otros fluidos corporales, y no hay vacuna contra esta enfermedad que puede permanecer sin manifestarse en sus estadios iniciales. La enfermedad es actualmente tratada con diversos fármacos pero no existen antivirales específicos.
El doctor Griffin y su equipo examinó la respuesta del virus a un panel de compuestos que incluyeron un antiviral muy conocido, la rimantadina, que afecta a una proteina parecida en el virus de la gripe. Encontraron que la efectividad del fármaco se veía alterada en función de la configuración genética de la proteína p7. "Aunque rimantadina está respondiendo bien en el laboratorio, ahora necesitamos desarrollar nuevos fármacos específicamente diseñados contra la p7, que podemos desarrollar para futuras terapias", concluyó.
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