La huelga general del sector público espera «paralizar» hoy Francia durante 24 horas. El paro afectará indirectamente a las comunicaciones con buena parte de Europa, y se anuncia como una «prueba de fuerza» entre el gobierno de Nicolas Sarkozy, que desea continuar su programa de «reformas indispensables», y unos sindicatos que reclaman «más poder adquisitivo, mejores salarios, defensa del sector público y medidas a la altura de la crisis».
Los sindicatos del sector público esperan movilizar a una parte importante del sector privado, donde la implantación sindical es muy modesta. La huelga «masiva» en trenes, aviones, transportes públicos, empresas nacionalizadas, medios audiovisuales, enseñanza, administraciones públicas, hospitales -acompañada de varios centenares de manifestaciones, en París y toda Francia- «paralizarán» o darán la impresión de paralizar toda Francia.
El tráfico aéreo y por ferrocarril será gravemente perturbado, y afectará a más de media Europa, ya que las comunicaciones con Francia y a través de su territorio y espacio aéreo sufrirán trastornos importantes. Según el sindicato Fuerza Obrera (FO), «nuestra ambición es dar la impresión que todo el país queda paralizado durante veinticuatro horas». La CGT anuncia otros proyectos: «Debemos conseguir que el gobierne aumente el poder adquisitivo».
Ausente, desde hace años, en las manifestaciones callejeras, con poco electorado obrero (que vota mayoritariamente a la extrema derecha y al Partido Comunista Francés), el Partido Socialista (PS) estará presente en las manifestaciones más importantes. Las extremas izquierdas (con un «peso» electoral del 14.5 por ciento) aspiran a estar «en la vanguardia del movimiento obrero».
Por su parte, Nicolas Sarkozy pierde varios puntos en los sondeos y debe afrontar el riesgo de una «marea negra» de fondo. Según varios sondeos, entre el 60 y el 75 por ciento de los franceses dicen «comprender» las razones de fondo de los sindicatos del sector público: angustia social ante la crisis, aumento del paro, pérdida de poder adquisitivo. La «simpatía» y comprensión de la opinión pública hacia la huelga general está circunscrita a la incertidumbre social profunda. La sociedad francesa está muy dividida, fragmentada y angustiada ante el futuro. Tras esta parálisis anunciada de Francia, durante veinticuatro horas, los sindicatos del sector público también esperan prolongar «indefinidamente» la contestación, a la luz del alcance real de la movilización de hoy.
Derrota sindical en 2007
Los antecedentes de la huelga general quizá no permitan por ahora avanzar comparaciones definitivas. En 2003, la más grande de las manifestaciones contra la reforma del sistema nacional de jubilaciones movilizó a un millón largo de personas. En 2006, las manifestaciones contra la reforma escolar llegaron a movilizar de dos a tres millones de manifestantes. Sin embargo, las grandes manifestaciones del otoño del 2007, el año de la elección de Nicolas Sarkozy como presidente de la República, terminaron con la «derrota» de los sindicatos: las manifestaciones fueron decreciendo y Sarkozy ganó la batalla de las reformas de su programa electoral.
Año y medio más tarde, los sindicatos del sector público aspiran a una revancha, con unos objetivos relativamente imprecisos, pero atizando la bien real y creciente angustia social ante la crisis. Desde hace semanas, el presidente Sarkozy y su primer ministro, François Fillon, intentan preparar a la opinión pública para esta nueva prueba de fuerza, que enfrenta a dos visiones radicalmente distintas de lucha contra la crisis.
Los sindicatos y el PS defienden una salida de la crisis a través del déficit público y el aumento del poder adquisitivo: obras públicas y aumento de salarios. Por su parte, Sarkozy estima que tales proposiciones serían «catastróficas» para Francia. Y continúa defendiendo la necesidad de las reformas de fondo que fueron el núcleo central de su programa electoral del 2007: «ruptura con el inmovilismo de izquierda (Mitterrand) y derecha (Chirac) que fue desastroso para Francia, durante treinta años». Solo que ahora, la «ruptura» ha sido sustituida por la «protección» que el Estado debe ofrecer a los ciudadanos.
Los sindicatos del sector público esperan movilizar a una parte importante del sector privado, donde la implantación sindical es muy modesta. La huelga «masiva» en trenes, aviones, transportes públicos, empresas nacionalizadas, medios audiovisuales, enseñanza, administraciones públicas, hospitales -acompañada de varios centenares de manifestaciones, en París y toda Francia- «paralizarán» o darán la impresión de paralizar toda Francia.
El tráfico aéreo y por ferrocarril será gravemente perturbado, y afectará a más de media Europa, ya que las comunicaciones con Francia y a través de su territorio y espacio aéreo sufrirán trastornos importantes. Según el sindicato Fuerza Obrera (FO), «nuestra ambición es dar la impresión que todo el país queda paralizado durante veinticuatro horas». La CGT anuncia otros proyectos: «Debemos conseguir que el gobierne aumente el poder adquisitivo».
Ausente, desde hace años, en las manifestaciones callejeras, con poco electorado obrero (que vota mayoritariamente a la extrema derecha y al Partido Comunista Francés), el Partido Socialista (PS) estará presente en las manifestaciones más importantes. Las extremas izquierdas (con un «peso» electoral del 14.5 por ciento) aspiran a estar «en la vanguardia del movimiento obrero».
Por su parte, Nicolas Sarkozy pierde varios puntos en los sondeos y debe afrontar el riesgo de una «marea negra» de fondo. Según varios sondeos, entre el 60 y el 75 por ciento de los franceses dicen «comprender» las razones de fondo de los sindicatos del sector público: angustia social ante la crisis, aumento del paro, pérdida de poder adquisitivo. La «simpatía» y comprensión de la opinión pública hacia la huelga general está circunscrita a la incertidumbre social profunda. La sociedad francesa está muy dividida, fragmentada y angustiada ante el futuro. Tras esta parálisis anunciada de Francia, durante veinticuatro horas, los sindicatos del sector público también esperan prolongar «indefinidamente» la contestación, a la luz del alcance real de la movilización de hoy.
Derrota sindical en 2007
Los antecedentes de la huelga general quizá no permitan por ahora avanzar comparaciones definitivas. En 2003, la más grande de las manifestaciones contra la reforma del sistema nacional de jubilaciones movilizó a un millón largo de personas. En 2006, las manifestaciones contra la reforma escolar llegaron a movilizar de dos a tres millones de manifestantes. Sin embargo, las grandes manifestaciones del otoño del 2007, el año de la elección de Nicolas Sarkozy como presidente de la República, terminaron con la «derrota» de los sindicatos: las manifestaciones fueron decreciendo y Sarkozy ganó la batalla de las reformas de su programa electoral.
Año y medio más tarde, los sindicatos del sector público aspiran a una revancha, con unos objetivos relativamente imprecisos, pero atizando la bien real y creciente angustia social ante la crisis. Desde hace semanas, el presidente Sarkozy y su primer ministro, François Fillon, intentan preparar a la opinión pública para esta nueva prueba de fuerza, que enfrenta a dos visiones radicalmente distintas de lucha contra la crisis.
Los sindicatos y el PS defienden una salida de la crisis a través del déficit público y el aumento del poder adquisitivo: obras públicas y aumento de salarios. Por su parte, Sarkozy estima que tales proposiciones serían «catastróficas» para Francia. Y continúa defendiendo la necesidad de las reformas de fondo que fueron el núcleo central de su programa electoral del 2007: «ruptura con el inmovilismo de izquierda (Mitterrand) y derecha (Chirac) que fue desastroso para Francia, durante treinta años». Solo que ahora, la «ruptura» ha sido sustituida por la «protección» que el Estado debe ofrecer a los ciudadanos.
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