Plataformas quemadas, ruedas pinchadas, lonas cortadas?. ¿Ajustes de cuentas?, ¿celos, envidias? De todo un poco. La semana de la huelga del pasado mes de junio, un total de 78 vehículos registraron daños de distinta consideración, la mayoría en las provincias de Pontevedra y A Coruña.
Aquel conflicto se ha cerrado formalmente, pero las heridas que provocó en el seno del sector siguen sangrado. En los últimos cuatro meses los vehículos de una importante empresa coruñesa han sufrido 25 agresiones. Solo se ha formulado denuncia en 19 de los casos. Otro camión de la misma provincia sufrió sabotajes en las últimas semanas. El problema se repitió ayer en Vilalba, donde el objetivo fueron dos tráileres de una empresa que tiene una flota de un centenar.
Desde octubre del año pasado hasta la fecha, los vehículos que sufrieron daños -incluyendo los de la huelga- se acercan a los dos centenares.
Las distintas fuentes consultadas señalan a los autónomos como principales sospechosos de las agresiones, porque son los más afectados por la crisis.
¿Qué está pasando? ¿Por qué impera la ley del silencio? «Pasa que durante la huelga la gente se calentó y ahora vienen los ajustes de cuentas. Todo el mundo sabe quién fue, pero no quiere decir nada para evitar males mayores», explica el responsable de una de las principales empresas afectadas.
Nuestro interlocutor no exageraba. Hemos tenido conocimiento de una llamada telefónica en la que el que llamaba, identificado con nombres, apellidos y cargo, lo conminaba a retirarse de su territorio. Acabó diciendo que, si no lo hacía, se atuviese a las consecuencias.
No son incidentes aislados. Hace un par de semanas, el secretario general de Fegatramer (Federación Galega de Transporte de Mercancías) le hacía llegar a la directora xeral de transportes de la Xunta la preocupación existente en las empresas del sector «ante los continuos actos de violencia de que son objeto de forma habitual». Aludía, a título de ejemplo, a la quema de dos camiones, uno en Vilagarcía y otro en A Coruña, y a tres más que sufrieron daños importantes. Eso solo en el mes de septiembre.
Apuntó que la actual situación económica, que supuso una caída del 25% en la actividad del sector del transporte gallego, «es un caldo de cultivo idóneo para que, cada vez más, los grupúsculos violentos que venimos padeciendo en los últimos años retomen sus actividades coercitivas y de violencia, para propiciar un clima propenso a un nuevo paro en el sector». Por todo ello, reclamaban una «actuación decidida» de las autoridades. La directora xeral de Transportes asumió esta inquietud del sector y se la transmitió de inmediato al delegado del Gobierno para que, en el ámbito de sus competencias, tome cartas en el asunto.
Autónomos
Cuando se habla de sabotajes y de coacciones en el sector del transporte de mercancías, todas las miradas apuntan a los autónomos ¿Por qué? «No sé por qué será. Creo que son rencillas porque unos se meten en el trabajo de los otros. Lo supongo, pero no lo sé con certeza. No es un problema nuevo. Yo llevo 35 años en el sector y siempre se pincharon ruedas. Desde aquí condenamos todos esos actos», dice Belarmino Torrente, el presidente de los autónomos coruñeses.
Fernando Vaamonde, de Fegatramer, la patronal que agrupa a las empresas grandes del sector, denuncia la gravedad del problema. No se atreve a calificarlo de secuelas de la pasada huelga o preámbulo de otra. Admite que la mayoría de las agresiones no se denuncian «porque es una utopía hacerlo, ya que no sirve para nada. Los que lo han hecho, solo han conseguido complicarle la vida a su familia y en muchos casos han tenido que retirar la denuncia».
Aquel conflicto se ha cerrado formalmente, pero las heridas que provocó en el seno del sector siguen sangrado. En los últimos cuatro meses los vehículos de una importante empresa coruñesa han sufrido 25 agresiones. Solo se ha formulado denuncia en 19 de los casos. Otro camión de la misma provincia sufrió sabotajes en las últimas semanas. El problema se repitió ayer en Vilalba, donde el objetivo fueron dos tráileres de una empresa que tiene una flota de un centenar.
Desde octubre del año pasado hasta la fecha, los vehículos que sufrieron daños -incluyendo los de la huelga- se acercan a los dos centenares.
Las distintas fuentes consultadas señalan a los autónomos como principales sospechosos de las agresiones, porque son los más afectados por la crisis.
¿Qué está pasando? ¿Por qué impera la ley del silencio? «Pasa que durante la huelga la gente se calentó y ahora vienen los ajustes de cuentas. Todo el mundo sabe quién fue, pero no quiere decir nada para evitar males mayores», explica el responsable de una de las principales empresas afectadas.
Nuestro interlocutor no exageraba. Hemos tenido conocimiento de una llamada telefónica en la que el que llamaba, identificado con nombres, apellidos y cargo, lo conminaba a retirarse de su territorio. Acabó diciendo que, si no lo hacía, se atuviese a las consecuencias.
No son incidentes aislados. Hace un par de semanas, el secretario general de Fegatramer (Federación Galega de Transporte de Mercancías) le hacía llegar a la directora xeral de transportes de la Xunta la preocupación existente en las empresas del sector «ante los continuos actos de violencia de que son objeto de forma habitual». Aludía, a título de ejemplo, a la quema de dos camiones, uno en Vilagarcía y otro en A Coruña, y a tres más que sufrieron daños importantes. Eso solo en el mes de septiembre.
Apuntó que la actual situación económica, que supuso una caída del 25% en la actividad del sector del transporte gallego, «es un caldo de cultivo idóneo para que, cada vez más, los grupúsculos violentos que venimos padeciendo en los últimos años retomen sus actividades coercitivas y de violencia, para propiciar un clima propenso a un nuevo paro en el sector». Por todo ello, reclamaban una «actuación decidida» de las autoridades. La directora xeral de Transportes asumió esta inquietud del sector y se la transmitió de inmediato al delegado del Gobierno para que, en el ámbito de sus competencias, tome cartas en el asunto.
Autónomos
Cuando se habla de sabotajes y de coacciones en el sector del transporte de mercancías, todas las miradas apuntan a los autónomos ¿Por qué? «No sé por qué será. Creo que son rencillas porque unos se meten en el trabajo de los otros. Lo supongo, pero no lo sé con certeza. No es un problema nuevo. Yo llevo 35 años en el sector y siempre se pincharon ruedas. Desde aquí condenamos todos esos actos», dice Belarmino Torrente, el presidente de los autónomos coruñeses.
Fernando Vaamonde, de Fegatramer, la patronal que agrupa a las empresas grandes del sector, denuncia la gravedad del problema. No se atreve a calificarlo de secuelas de la pasada huelga o preámbulo de otra. Admite que la mayoría de las agresiones no se denuncian «porque es una utopía hacerlo, ya que no sirve para nada. Los que lo han hecho, solo han conseguido complicarle la vida a su familia y en muchos casos han tenido que retirar la denuncia».
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